Mezclar vinos y comidas es algo de lo más habitual y recomendable, pues se potencian sus sabores mutuamente. Obviamente, las combinaciones resultantes son muy numerosas, así como los resultados en el paladar, los cuales además son subjetivos para cada uno de nosotros.
Nuestro sentido del gusto, del olfato, de la vista… son diferentes, y por tanto la mezcla de caldos y platos no siempre satisfará a todos por igual. No obstante, pese a esa carga de subjetividad, podemos afirmar que el maridaje de vinos se ha convertido en una cultura donde especialistas y consumidores han establecido una serie de parámetros que marcan la mezcla perfecta para que los diferentes vinos y comidas vean potenciadas sus características más destacadas.
Aun así, no siempre es fácil establecer con qué se acompaña el vino elegido. Por ello, vamos a ver qué pautas puedes tener en cuenta para que tu maridaje de vinos sea ideal. ¡Toma nota para tu próximo evento!
Claves para elegir el maridaje de vinos perfecto
- Características del sabor: lo primero que debemos tener claro es que tanto el vino como los alimentos tienen unas características que los definen como ácidos, dulces, amargos, secos… Así, un plato acompañado con un vino de toques ácidos hará que la comida parezca más salada y podrá compensar un plato de comida grasa. Del mismo modo, un tinto con muchos grados debe acompañar a comidas más fuertes o por el contrario puede hacer que se pierda el sabor de un plato más ligero. Y más ejemplos: los tánicos irán bien con comidas proteicas y grasas, mientras que los dulces pueden casar con alimentos ligeramente salados o dulces con el objetivo de potenciar su principal característica. Por lo tanto, si tenemos en cuenta estas reglas básicas, debemos establecer un equilibrio entre el “peso” del vino y las comidas, intentando encontrar un resultado similar y, sobre todo, agradable en boca.
- Orden a la hora de servir el vino: nunca serviremos un vino con más cuerpo antes que uno más ligero si no queremos que el vino que precede haga que el siguiente parezca insípido. De la misma manera que no servimos un postre antes que el plato principal o un entrante después de un segundo, los vinos jóvenes deben preceder a los reserva y los blancos a los tintos.
- Ingredientes y cocina: para el maridaje de vinos ha de tenerse siempre en cuenta la forma en la que se cocinan los platos, ya que es más importante que los propios ingredientes. Eso sí, habrá que evitar elementos como el ajo, el vinagre y todo aquello que amargue, pues supondrá un enemigo para nuestro vino.
- Equilibrio: a veces optamos por características comunes para saber qué comida elegir con cada caldo. Es el caso de los postres con vinos dulces. Sin embargo, también podemos probar el efecto contrario, es decir, optar por vinos suaves o dulces cuando comemos queso fuerte, por poner un ejemplo. A fin de cuentas, lo importante es lograr siempre el perfecto equilibrio.
Vinos para carnes
La regla más habitual es que el vino tinto ha de acompañar a las carnes. Pero ni todos los tintos son iguales, ni todas las carnes requieren los mismos sabores. Y si no, echemos un ojo:
- Carnes rojas: siempre irán bien con un vino tinto con cuerpo. Si la pieza es gruesa y se cocina al punto, el maridaje de vino será perfecto. El cordero y la ternera casan bien con un vino reserva.
- Carnes frías y embutidos: puedes acompañarlas de un tinto más ligero, e incluso un blanco o rosado. Y es que la carne y los vinos blancos no están reñidos, siempre, eso sí, que se sepan combinar como es debido.
- Carnes especiadas: irá perfecto con un vino afrutado para lograr un equilibrio de diferentes tipos de sabores.
- Carnes blancas: si las acompañas de vinos blancos secos pero con acidez baja el resultado será óptimo.
Vinos para pescados
De la misma manera que ocurre con la carne, parece que los pescados solo suponen un buen maridaje para el vino blanco. Y aunque es lo más habitual, no es la única opción:
- Pescados blancos poco grasos: casarán perfectamente con vinos blancos secos.
- Pescados azules: puedes combinarlos con un vino tinto joven –sí, los tintos también tienen opciones– y fresco o un blanco maduro.
- Mariscos: perfectos con vinos blancos verdejo, o con albariño.
Otros platos
No todo pasa por que el vino maride y acompañe únicamente a carnes y pescados. Hay otros muchos platos que pueden potenciarse con un buen caldo.
- Ensaladas: depende de los ingredientes que albergue, pero generalmente a las ensaladas les vienen bien tanto rosados como blancos secos afrutados e incluso un poco ácidos.
- Encurtidos y frutos secos: irán bien con vinos generosos como los de Jerez y sus variantes.
- Arroces: pueden combinar perfectamente con vinos tintos ligeros.
- Comida asiática: cada vez más de moda –y basada en platos elaborados con muchas salsas y especias–, puede encontrar su mejor complemento en un vino, en este caso un blanco con cuerpo y pasado por barrica.
- Pasta: sobre todo si es con salsa de tomate o queso, marida a la perfección con un rosado.
- Legumbres: son idóneas para un maridaje de vino tinto.
- Queso: hay muchos tipos y sabores y sus variedades son tan amplias como las de los propios vinos, pero para resumir podríamos apuntar que los quesos azules irán mejor con los tintos medios y los curados con vinos maduros y potentes.
- Postres: como norma general siempre combinarán bien con vinos dulces, pero tanto el toque de chocolate negro con tintos crianzas, como el de un espumoso seco para postres con cremas resultan espectaculares.
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Un comentario
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