Uno de los momentos clave a la hora del proceso de elaboración de un vino es la crianza. Pero es importante destacar la importancia tanto la crianza en barrica como la crianza en botella.
Sin duda, la etapa decisiva para que un vino muestre su máxima expresividad, y nos aporte esa personalidad propia que les distinga del resto.
Los expertos en vino saben bien distinguir las diferencias entre lo que es realizar la crianza de un vino en barrica y la crianza de un vino en botella.
Además, en ambos casos son complementarias. De hecho, en Protos, prácticamente todos los vinos poseen el mismo tiempo de crianza en barrica y en botella, signo de calidad para que cuando empiecen a comercializarse presenten unas condiciones de cata satisfactorias para el consumidor. Por ejemplo, Protos Gran Reserva posee una crianza en barrica de 24 meses, y una crianza en botella de 36 meses.
Sin embargo, son muchos los que no saben la diferencia entre ambos procesos y su importancia.
La gran mayoría piensa que la crianza se realiza en madera, obviando un paso fundamental, que el vino continúe su evolución en botella, para que, así, consiga redondearse y convertirse en el vino perfecto.
Si tuviéramos que destacar cuál es el principal fin de la crianza en botella, la respuesta sería:
la de obtener vinos mucho más equilibrados y mayor complejidad, aumentando así, toda su capacidad aromática y su sabor.
Vamos a intentar a través de este post, dar un poco de luz a este tema y descifrar cuáles son, por tanto, sus diferencias.
La crianza en barrica, no es otra cosa que, el proceso de envejecimiento y maduración de un vino en madera.
Las barricas, que es donde reposan los vinos, suelen ser de origen americano o francés.
Y es fundamental, que estas se encuentren bien orientadas y posicionadas en hileras o unas encima de otras y que cuenten con una oscilación térmica menor a 5 grados entre el verano y el invierno siendo recomendable que la temperatura no alcance en ningún caso los 17ºC
La madera y el oxígeno, que penetra a través de la barrica, son, sin duda, los protagonistas para que los vinos confieran esos aromas, sabores y el color que les distinguirá de otros, creando así vinos con personalidades únicas.
En esta fase el ambiente es totalmente reductor, al abrigo del oxígeno. Adquiriendo finura en el bouquet, concretando su carácter aterciopelado y perfilando definitivamente su redondez.
Se aconseja la utilización de botellas de color verde oscuro ya que la luz interviene en las reacciones redox
Las botellas deben permanecer tumbadas para que el corcho permanezca a salvo hasta el momento de descorcharla.
La temperatura debe oscilar entre 12 y 16 grados.
Uno de los escenarios más cambiantes de la crianza en botella es el tiempo, ya que suele ser lento y depende del tiempo que el vino haya permanecido en barrica.
Los tiempos mínimos de crianza tanto en barrica como en botella están establecidos por las Denominaciones de Origen,