Siempre hemos dicho que el mundo del vino es un universo que casa a la perfección con el mundo de las artes, y que muchos personajes ilustres como, por ejemplo, Leonardo Da Vinci, tenían vinculación con él.
En esta ocasión, queremos descubrirte una faceta del gran compositor Giuseppe Verdi que seguro desconocías. Hablamos de su relación con el vino y como esto, de alguna manera, se vio reflejado en sus obras.
Giuseppe Verdi ha sido conocido en todo el mundo por sus óperas. Este genio musical ha conseguido dejarnos un legado que perdura hasta nuestros días.
De Verdi, sabemos que nació en un pueblo llamado Busseto, ubicado en la provincia de Parma. Su padre era el dueño de una pequeña taberna, donde vendía vino de una gran variedad de viñedos locales, licores, café, azúcar y otros géneros alimenticios. Probablemente, de aquí surgió su pasión y amor por la tierra y el vino.
El gran compositor no tuvo una vida fácil, murieron sus hijos y su esposa y el estado anímico de este genio se vio reflejado en algunas de sus obras… pero pese a esos sinsabores de la vida, Verdi no dejó que la tragedia fuera el pilar fundamental de sus días.
En 1851, Verdi adquirió la gran villa di Sant´Agata, cerca de Busseto en la provincia de Piacenza y más tarde, dado su gran amor por el vino, compró los terrenos circundantes a la villa donde hizo plantar un gran viñedo.
En esta finca, es donde Giuseppe se sentía feliz, donde recibía a sus amigos y donde comenzó a interesarse de una manera activa por la producción agrícola y la ganadería.
Gracias a las cartas que, a día de hoy, se conservan, se sabe que se levantaba al amanecer para supervisar sus viñedos y que, además, diseñó un sistema de irrigación por canales.
Además, cuando estaba lejos, escribía a sus trabajadores para darles indicaciones sobre cómo mantener las tierras y los animales.
Entre las variedades plantadas en su viñedo se encontraban uvas locales como la Barbera, la Bonarda y Malvasia para hacer vinos secos, dulces y espumosos.
Con todo esto, no es de extrañar que en las óperas de Verdi haya a menudo escenas relacionadas con el vino y la comida y es que, durante el siglo XIX, incluso, se podía comer y beber vino durante las representaciones operísticas.
Posadas, tabernas, banquetes privados y brindis abundan en los libretos de Verdi; a veces en sus escenografías, otras, son lugares imprescindibles donde se desarrolla la acción, como, por ejemplo, en la ópera Falstaff.
Otro ejemplo es La Traviata, que comienza alrededor de una mesa. En el primer acto de dicha ópera, entre charlas, se escucha el famoso «Libiamo ne’ lieti calici».
El “Libiamo ne’lieti calici” entra dentro de lo que se considera el brindisi o brindis operístico, al que también se le llama “canción de bebida”, que consiste en un acto donde uno de los protagonistas propone un brindis con vino y el resto del elenco se une al estribillo.
Otello, también, comienza en una taberna y tras unos pequeños compases, se lleva a cabo el brindis para celebrar el regreso del protagonista.
Y, así, en la gran mayoría de sus obras siempre encontraremos una oda al vino.
Y, hasta aquí, la historia de Verdi y su relación con el vino, sin duda, un genio inolvidable, disfrutón, amante del buen “pranzo” y siempre maridado con una buena copa de vino.