Con la llegada del verano, los viñedos alcanzan una de las etapas finales y más significativas de su ciclo de maduración.
Es la época del envero, durante la que las uvas adoptan el que será su color y tamaño definitivos antes de la vendimia.
En el blog de Protos te contamos en qué consiste este estado fenólogico.
Este momento se considera un punto de inflexión para la uva porque deja de ser de color verde, y las tintas adquieren su característico color azulado.
Por su parte, las blancas se colorean de un ligero tono amarillo.
Esto se debe a que los niveles de azúcares e hidratación de las uvas hacen que su piel se vuelva más fina y que su nivel de clorofila, esencial para el crecimiento, baje, perdiendo su característico color verde.
Llegados a este punto los viñedos se tiñen de su color definitivo y podemos empezar la cuenta atrás hacia a vendimia.
Por tanto, se considera que el envero no es solamente un cambio de color.
Es dejar atrás de forma permanente la fase de crecimiento y entrar de lleno en su etapa de maduración.
El proceso de “coloreado” de las uvas tarda entre uno y dos días para cada grano, aunque de media un viñedo entero tarda alrededor de dos semanas en completarlo del todo.
El envero resulta muy práctico para los viticultores, ya que permite anticipar la fecha de la próxima vendimia de una forma bastante precisa.
Y es que la recogida de la uva empezará aproximadamente unos 45 ó 50 días después de que el envero haya finalizado.
Antiguamente, el envero era una guía fundamental para saber cuándo conseguir una buena cosecha.
Los viticultores probaban sus uvas con regularidad hasta que sus niveles de acidez bajaran y ya podían empezar a elaborar su vino.