Las 3 palabras empiezan por V. Las tres tienen un elemento en común: el vino. Los tres elementos son fermentados, pero es justo en este proceso donde está la clave de sus múltiples diferencias.
En este post, queremos contarte cuáles son sus diferencias, cómo se originaron y descubrirte algún que otro dato, que seguro que desconocías.
El vino, el vinagre y el vermú son líquidos muy distintos entre sí, pero que tienen un factor en común, la fermentación. Los tres necesitan de este proceso para convertirse en lo que más tarde será un placer para el paladar. No solo bebido, como es el caso del vino y el vermú, si no, también, condimentado gracias al sabor que aporta el vinagre.
El vino, como ya sabemos, es una bebida alcohólica que procede de la uva, y que, aunque se puede incluir en algunas recetas, está considerada para que la podamos beber.
Existen dos tipos de fermentación: alcohólica, la que realizan las levaduras y la maloláctica, que se realiza, sobre todo, en vinos tintos después de la fermentación alcohólica, y que consiste en la transformación del ácido málico en ácido láctico a través de bacterias que de manera natural se encuentran en la propia uva y con lo cual, también en el vino recién fermentado.
El vinagre, en cambio, lo utilizamos en la cocina, para condimentar nuestros platos. Su origen es completamente distinto al vino, ¿por qué? Porque, el vinagre se obtiene de la fermentación del alcohol ya sea del vino, de otras frutas, la malta o la cerveza. E aquí, la primera diferencia.
No nos sorprenderá haber visto en los supermercados, el famoso vinagre de manzana, por poner un ejemplo. Sin embargo, en Europa Central, es muy común el vinagre de vino.
Otro ejemplo, lo tenemos en Filipinas, donde predomina la palma o la palmera. Allí, elaboran el conocido vinagre de palma o tubas, que lo utilizan como vinagre, pero también como una bebida alcohólica independiente. Al tener doble uso, esto puede causar alguna confusión entre la gente… ya que, normalmente, el vino se bebe y el vinagre se condimenta. No se usa el mismo producto para las dos cosas.
El vermú es un vino. Es un vino generoso o fortificado. Lo que verdaderamente ocurre es que se procesa de una manera diferente ya que este se macera con hierbas y absenta, para conseguir afianzar e aumentar la cantidad de alcohol… pero, sin duda, su procedencia es 100% de la uva.
Además, el vermú para ser verdaderamente vermú debe contener extractos de la planta Artemisia, que comúnmente podemos conocer como absenta o asenjo.
Como te decíamos en un principio, aunque estos tres líquidos, puedan tener en común el vino, la clave de su aroma y sabor está en la fermentación.
Se considera que el vino es más antiguo que el vinagre. Los primeros restos arqueológicos descubiertos confirman que el vino existe desde hace más de 8.000 años, mientras que el vinagre desde aproximadamente, 6.000 años.
Para hablar de los orígenes del vermú, tenemos que remontarnos, entre los siglos XVI y XVII, cuando comenzaron los vinos generosos. Estos nacieron con el fin de buscar un método de transporte que no dañase los licores y aguantaran bastante tiempo. Y es que, si hay algo que, caracteriza a los vinos generosos o fortificados es su estabilidad.
Para conseguirlo, los fabricantes y viticultores aumentaban la graduación alcohólica de las bebidas.
Tenemos que hablar de los vinos generosos porque el vermú es considerado como tal. Aunque, en un principio, este era considerado como bebida medicinal ya que contenía hierbas, especias y plantas.
Será más tarde, con el paso de los años, en América, cuando el vermú se comenzó a tratar como una bebida alcohólica normal.