Cuando pensamos en los orígenes del vino nos vienen imágenes a la cabeza de celebraciones o rituales romanos o griegos.
Todos ellos representados en pinturas en las que dioses como Baco o Dioniso se encuentran rodeados de uvas, viñas, en un ambiente lúdico y con un denominador común, el vino.
Si en la mitología ya había presencia del vino, es de lógica pensar que siempre ha acompañado a todas las civilizaciones.
Por ejemplo, el vino en la Edad de Hierro o en Grecia fue un elemento destacable, encargado de mantener y reafirmar las relaciones sociales, así como su división de clases.
En el caso de la cuenca del Duero, los datos apuntan a que fue en la época Vaccea cuando se tiene constancia de la existencia del vino.
Las excavaciones realizadas en Pintia, a través de analítica de residuos a algunos recipientes como copas o jarros de pico, constatan su presencia.
Incluso, en algunas tumbas, se han encontrado restos de ácido cerótico, lo que plantea la posibilidad de que se tratasen de vinos amielados.
Los datos también señalan que era un bien de lujo solo al alcance de las élites y para la celebración de banquetes.
Con todo esto, se puede decir que el vino ha sido, es y será un elemento de nexo para compartir y fortalecer las relaciones sociales.
Carlos Sanz, arqueólogo de la Universidad de Valladolid apunta que «el vino ha sido y es una ambrosía que alimenta y une a los humanos»
Y añade «siempre en torno a la felicidad de compartir, construir amistad y cultura”. Si quieres aprender a disfrutarlo, pasando un buen rato y muy cerca de Pintia, te animamos a que conozcas las Bodegas Protos y sus visitas de enoturismo.