¿Alguna vez te has preguntado cuáles son la gran cantidad de características que tiene que cumplir una botella para la mejor preservación del vino?
Durante la época de los romanos, como ya hemos explicado en otros posts sobre el vino en la antigüedad, se guardaba en barricas de roble tras descubrir cómo conservaban los galos la cerveza.
Por aquel entonces, se transportaba a granel en ánforas, pieles o barricas. Y, aunque ya existía la industria vidriera como tal, con la aparición en 1600 del horno de carbón se pudo producir un cristal más grueso, menos frágil y más fácil de transportar. Así que empezó a popularizarse una nueva forma de conservar y consumir el vino: se guardaba en barricas y se transportaba en botellas de cristal.
Si tenemos que denominar a un padre de la botella de vino moderna, no podemos dejar de mencionar a Kenelm Digby, quien durante la época de 1630 poseía una cristalería en la que fabricaba cebollas de vidrio y cuyas técnicas de fabricación requerían un horno de carbón, que, también, se usaría para hacer botellas de vino más fuertes y estables que la mayoría de las de su época. Además, él hacía las botellas de color verde, algo que ayudaría también a la conservación del vino.
Todas las condiciones de la botella de Digby han ayudado a la mejora del producto, empezando por el vidrio usado para realizarlo:
Las propiedades del vidrio hacen que sea el mejor envase para conservar el vino cuando llega a vuestras casas. Porque imaginad que guardamos nuestro producto en envases de otro tipo de material que no lo protegieran de la oxidación y que hiciera que su sabor cambiara considerablemente.
Otra característica llamativa de la botella es la forma que tienen en el fondo. De hecho, hay muchas teorías sobre los beneficios de este hueco convexo para el vino, pero lo cierto es que se empezó a usar para proteger el final de la botella de cualquier punta afilada que pudiera tener y, además, asegurarse de que pudiera mantenerse de pie el mayor tiempo posible.
Si no existiera esta característica de las botellas, probablemente se romperían antes por la presión que genera el líquido en su interior.
También, tiene otros usos más relacionados con la consumición del producto: sirve para que los posibles sedimentos que pueda generar el propio vino no caigan en la copa y, además, porque es más sencillo a la hora de servirlo.
Por ello, el vino es un producto único: desde la recogida de la uva, con mucho cuidado y mimo, hasta su conservación en unas condiciones específicas para que te llegue a casa un producto sinigual. Así que, la próxima vez que tengas en tus manos un Protos, ya podrás presumir de saber muchas cosas no solo del producto, sino del recipiente que lo contiene.