Reflexiones con un vino por Xavi Martínez

Reflexiones con un vino por Xavi Martínez

Recuérdamelo

A veces creo que vivimos en una simulación. Un mundo perfectamente diseñado para brillar desde lugares intrascendentes. Como anestesia para el pueblo. Créetelo. Sí, créetelo. Créete que te hará feliz. Que sólo te falta eso. Vamos. Que así, sí. Ahora. Eso era lo que había que hacer para estar en paz. ¿Sí?

No.

Supongo que es más fácil intentar justificar todos nuestros anhelos insatisfechos poniendo a otra persona en la diana. ¿Nos va sonando verdad?

Porque para atreverse a bajar al ring de nuestros infiernos a pelear contra la peor versión de nosotros mismos hay que ser muy valiente.

A veces el combate te deja una larga temporada en el Hospital. En recuperación. Y me pregunto si la versión de nosotros que pelea contra la otra es la que queremos defender realmente.

Hoy, copa de vino en mano, pensé que cuando una versión pierde ese combate en realidad está ganando. Y viceversa. Tiene sentido poético. Una parte no podría vivir sin la otra y así en un bucle infinito de combates a muerte que acaban en resurrección.

Me gusta cuando salgo de la simulación. Me gusta darme cuenta y quedarme fuera un buen rato.

Y no sé qué es más cobarde: si defender que tal realidad no es tan inhumana o querer camuflarla de todo lo contrario. Me siguen gustando mucho más los valientes. Los que llevan los guantes de boxeo siempre en la mochila. Gastados de combatirse. Gastados de conocerse.

Y ahí está el botón que cancela la simulación.

Mis padres me lo enseñaron una vez llamándole empatía.

Y si se me olvida, por favor, recuérdamelo.

 

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