¿Alguna vez os habéis planteado la relación entre el amor y el vino? El vino es uno de los elementos fundamentales en San Valentín ya que es el punto de partida para festejar y brindar .
En la cultura medieval, se consideraba una bebida seductora utilizada en banquetes y celebraciones amorosas. Siempre ha simbolizado el amor, pasión, romanticismo, celebración… Y esto podemos verlo en la gran cantidad de historias románticas que han surgido a partir del vino.
Os dejamos dos de las más apasionantes.
Cleopatra Filopator Nea Thea, conocida como Cleopatra VII, fue la última reina de Egipto. Perteneciente a la dinastía Ptolemaica, consiguió hacerse con el trono de Egipto tras casarse con su hermano Ptolomeo XIII, quien quiso matarla para gobernar en solitario.
Fue Julio César quien le ayudaría a volver al trono y acabar con su hermano. El dictador romano fue uno de sus amantes. Tuvieron un hijo juntos y, además, gracias a él conocería a su verdadero amor: Marco Antonio.
Sus bellos rasgos y sus aires de sensualidad conquistaban a cualquiera. Pero ¿sabíais que Marco Antonio cayó rendido a sus pies gracias a una copa de vino? ¡Sí, como lo oyes!
Gracias a Plinio el Viejo, un escritor y militar romano, y su obra “Naturalis Historia”, ha llegado a nuestros días esta historia tan trepidante: Un día, Cleopatra apostó con su amado que podía gastarse 10 millones de sestercios en un solo banquete. Su vanidad y su arrogancia hicieron que Marco Antonio aceptara divertido.
Cuando el banquete llegó, Marco Antonio comentó que había estado en banquetes mejores, a pesar de que era brillante.
Lo que no sabía es que Cleopatra tenía una sorpresa preparada: la reina era portadora de las perlas más grandes y de más valor que existían en el mundo conocido. Y os preguntaréis ¿qué tienen que ver? ¡Pues son las protagonistas de esta historia!
Ante el comentario de su amado, la Reina comentó que lo que veía en ese momento era solo un aperitivo y que sería ella quien ingeriría el valor de lo apostado. Se quitó los pendientes que portaba, con las perlas, e introdujo una de ellas en una copa de vinagre de vino. El nácar, al entrar en contacto con la acidez de la bebida, se disolvió por completo y Cleopatra se lo bebió ante la mirada atenta de Marco Antonio. Dice la leyenda que incluso le ofreció la otra perla, pero que él se negó. ¡Ella sola se bebió una de las copas de vino más cara del mundo!
Con este acto, no solo ganó la apuesta, sino también el corazón de Marco Antonio, que quedó atónito ante la belleza y la sabiduría de la mujer más poderosa de la época y se mudó a Alejandría para vivir junto a ella. Aunque ya sabemos cómo acaba la historia…
No te pedimos que como Cleopatra introduzcas tus joyas más preciadas en el vino, pero sí te animamos a que te sirvas una copa de vino de uno de nuestros vinos más especiales, Finca El Grajo Viejo, y te sientas como una verdadera faraona o faraón.
En anteriores ocasiones, ya hemos hablado de Dionisio, el dios de vino. Sabemos que su vida estuvo marcada por el vino, el desfase y las bacanales. Pero, ¿quién fue uno de sus verdaderos amores?
Os vamos a hablar de Ariadna, hija de Minos y Pasifae y hermanastra del Minotauro. La joven estaba muy enamorada de Teseo, rey de Atenas. Fue ella quien le entregó el ovillo de lana que le ayudó a salir del laberinto tras terminar con la vida del Minotauro.
Tras el triunfo de su amado, ambos se embarcaron de vuelta a Atenas, pero tuvieron que parar en Naxos a buscar agua y provisiones. Mientras Ariadna dormía, Teseo la abandonó en el lugar. Ella despertó y vio que el barco partía, dejándola en una playa sola, embarazada y con el corazón roto.
Días después, Dioniso llegó a esa misma playa con su séquito de personas. Cuando vio un cuerpo tumbado en la arena, se acercó y supo que se había enamorado como nunca lo había hecho antes. Se recostó con ella, esperando que despertara enamorada de él. Quiso ser lo primero que viera al despertarse. Dioniso sabía que no era a él quien amaba, pero cuando ella despertó lo miró con serenidad y le habló con afecto.
Fue una relación que maduró hasta que Ariadna comprendió que le amaba. Dionisio y Ariadna estuvieron juntos, aunque él seguía con sus prácticas habituales, pero había algo que le mantenía cuerdo: Ariadna.
Como prueba de amor, Dioniso le regaló una corona dorada de vid que, a la muerte de Ariadna, se colocaría en el cielo formando la Corona Borealis.
Una pareja que ha sido representada en el arte y la literatura como un símbolo de unión entre el vino y el amor eterno.
¿Conocíais estas historias?